Por Elizabeth Pastén Suarzo, Directora de Comunicaciones y Extensión Santo Tomás Sede Arica.
Según la Real Academia de la Lengua (RAE), la palabra alumno es definida como “Discípulo, respecto de su maestro, de la materia que está aprendiendo o de la escuela, colegio o universidad donde estudia”, sin embargo, a lo largo del tiempo, esta palabra tiene una definición cargada de emocionalidad y probablemente abarca más de dos líneas.
Aquellos profesionales que trabajamos en el área de la educación, no solamente aquellos que dedican su vida a enseñar, sino todos los que conforman los equipos educativos, vemos a nuestros estudiantes traspasar la puerta de cada uno de sus colegios y liceos con una mochila llena de cuadernos, pero también llena de vida, metas, sueños y frustraciones. Cada joven es un mundo que muchas veces se abre hacia nosotros, dándonos la confianza de escucharle, orientarle, enseñarle y de complementar su educación.
La pandemia, el encierro, la virtualidad y vuelta a la presencialidad marcaron un hito relevante en su educación y en todo ámbito de su vida, teniendo que enfrentarse a situaciones socio-afectivas que todos hemos debido sobrellevar, tratar y reponernos. Aun así, han debido adaptarse a estos escenarios, y continuar al son del timbre su aprendizaje a través de una experiencia transformadora, que involucre una formación integral.
Agradecemos a todos y cada uno de los alumnos y alumnas que forman parte de la comunidad educativa de esta región, quienes nos entregan una y mil lecciones durante su formación, y nos ponen delante desafíos para desarrollar su máximo potencial. Sin duda serán agentes de cambio y de desarrollo para hacer de esta una mejor sociedad.