Cuando hay que bailar con alegría y con toda el alma, no existe diferencia de edades.
La abuela Elizabeth Gómez de la Asociación Tarqueadas de Molinos, bailaba como nunca en el Carnaval 2917: “Llevo 11 años bailando, desde que se inició la comparsa, es una emoción muy grande porque somos todos familia, aquí estaos los abuelos y abuelas, nietos, yernos, cuñados, primos, y ahí está la chispa y la alegría de nosotros”.
Y en silla de ruedas Isabel Molina agitaba una enorme wipala y lanzaba challa a todo el mundo: “Llevo10 años bailando y hace seis me enfermé y hay que darle para adelante no más, estoy feliz de participar en esta hermosa fiesta, con tanta gente de afuera que viene a apreciar nuestro cultura, yo seguiré bailando hasta que las fuerzas me lo permitan”.
Transpirados Edgard Mamani Guarachi y su esposa por los dos kilómetros de baile sin interrupción de la Tarqueada Gualberto Villarroel, nos entregó su opinión al ritmo de su banda: “Más de 20 años llevamos bailando en el grupo y hemos sido pasantes de nuestra fraternidad. Esto es fenomenal y vamos a bailar hasta morir”.
Fuerza, alegría y el ritmo del Carnaval no fue patrimonio de la bullanguera juventud. Los mayores pusieron lo suyo y también disfrutaron a concho la gran fiesta andina Con la Fuerza del Sol.