Es el cementerio pre colonial en uso más antiguo del mundo, ya que posee túmulos funerarios 500 a.C. y se ubica en pleno corazón de Azapa, y como es habitual en cada conmemoración a los santos y difuntos, esta vez recibió a cientos de familias, mayoritariamente provenientes del interior, quienes volvieron con el afán de reencontrase con sus deudos.
Para quienes han apostado por la preservación de estas tradiciones, según José Moruna, presidente de la comunidad indígena de Timar, el llegar al camposanto, tienen un significado especial, en el que la alegría de volver a encontrase, contrastando con el sentir occidental.
Para otros, es la extensión de lo que acontece en otros países vecinos, según la audiovisualista, Soledad Domínguez, de Sucre, Bolivia.
Una tradición que se potencia, y más aún, cuando una antigua ariqueña, doña Adriana Mamani, de 88 años, comparte con sus descendientes lo que significa para ellos ambos días.
Lo destacable de estos días, es que el municipio ariqueño nuevamente dispuso de toda la logística, junto a su personal, para atender a quienes llegaron al camposanto, que progresivamente dejo sentir los ecos de las decenas de bandas de bronces quienes interpretaron los mejores ritmos nortinos, que fueron un deleite de quienes ya habían partido y que sus familiares se encargaron de recrearlos.
Hubo tiempo para recordar a quienes en vida hicieron historia, como en el ámbito educacional, en el caso del profesor Ramón Jorquera, que dejo un legado imperecedero allá, en las alturas de Codpa; de la docente Patricia Pino, formadora de múltiples generaciones de párvulos; o el de Oscar Sáez, comunicador , quien dejó una verdadera escuela en el ámbito radial .
