viernes, abril 19, 2024

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Vandalismo en Monumentos

por Contraalmirante Alberto Soto Valenzuela, Comandante en Jefe de la Cuarta Zona Naval

Los rayados arruinan el patrimonio histórico y turístico de una región de Chile que hasta hace unas semanas parecía abrazar su heroica historia como un importante motor del orgullo y del carácter de su gente. Ser nortino de esfuerzo, de empuje, tesón y resiliencia conlleva el reconocimiento explícito de que hacer florecer este desierto y este mar no ha sido fácil y nunca lo será.

Tampoco fue fácil para los hombres y mujeres del pasado hacer posible que hoy vivamos junto a nuestras familias, chilenas y extranjeras, en lo que hoy llamamos Chile. Los héroes, civiles y militares que hicieron este país con su versos, su música, su trabajo, su enseñanza o su valentía en batalla, merecen nuestro respeto, porque con lo que ellos tuvieron a mano, y normalmente en escasez, construyeron nuestra patria, la que en los últimos años se transformó en un imán para miles de personas que vieron a Chile como un lugar de esperanza.

Entonces, existen dos actitudes que son difícilmente entendibles cuando provienen de un nortino orgulloso, choro, ponderado y razonable: la primera es arruinar el patrimonio histórico, cultural y también turístico de nuestro norte, haciendo que las ciudades sean más feas, menos atractivas, menos turísticas y por tanto más pobres en lo económico y en oportunidades para sus ciudadanos. La segunda es permitir los rayados y vandalismos, y no hacer nada por corregirlos o evitarlos, cuando están dentro de nuestro propio entorno.

Nuestro país tiene serios problemas, qué duda cabe. En este contexto, la inspiración que necesitamos para enfrentar las dificultades, debe salir de los propios chilenos de hoy. Sin embargo, cuando en este camino nos desorientemos y deseemos encausar positivamente el malestar o la legítima rabia, de seguro encontraremos sabiduría y valor en los compatriotas de ayer, aquellos que entregaron todo lo que tenían, para que hoy podamos estar aquí.

Los actos vandálicos en monumentos, patrimonio histórico y turístico no solo son actos de irracionalidad y falta de cultura. En la humilde opinión de este Almirante, también es un hecho de tremenda ingratitud, de un espíritu atribulado y destemplado. No corregir los vandalismos y daños al patrimonio es regularizar algo que no es normal, y que refleja parálisis del ethos nortino, indiferencia y,potencialmente, la peor de las pobrezas: la pobreza de espíritu.  

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