El registro invernal de las tarucas triplicó estimación poblacional del verano
Un nuevo registro, de la estimación poblacional de la taruca (Hippocamelus antisensis) realizó el equipo de guardaparques de CONAF manteniendo así vigente la tarea planteada en su plan operativo anual de trabajo.
La actividad corresponde a la segunda del año, ya que igual que con las aves acuáticas altoandinas, el monitoreo estadístico de la especie, tiene una versión estival y otra de invierno, que es la que acaba de concluir la tercera semana de agosto.
Los avistamientos logrados, según precisiones del director regional de la entidad, Héctor Peñaranda, alcanzaron a los 76 individuos, más que triplicando así, registro del mes de marzo, cuando sólo se pudieron observar 22 tarucas.
Arturo Gómez, uno de los guardaparques participantes de la actividad contó acerca de los abruptos lugares que deben recorrer para lograr su objetivo y donde es posible también apreciar flora muy llamativa en el medioambiente, tal como lo que le tocó ver en el alto de Ancache, sector Petacane. “Se trata de una geografía difícil para caminar, porque hay mucho roquerío, pero son los lugares donde transita la taruca, y en ellos también se mimetiza”, indicó
Conocido también como el huemul del norte, este ciervo se encuentra hoy por hoy clasificado en peligro desde el punto de vista de su conservación. Entre sus principales amenazas figura la fragmentación de su hábitat.
En este sentido, trabajos paralelos de la CONAF, como aquellos que abordan mantener una agricultura sostenible y respetuosa con la biodiversidad, están buscando que los agricultores desarrollen planes prediales que incluyan zonas de libre tránsito y uso para la taruca. “Esta mirada permitiría proyectar con el tiempo miradores turísticos, comentó Peñaranda y va en concordancia con los corredores biológicos de conservación, que conectan diversos ecosistemas”.
El registro poblacional de la taruca actualmente se efectúa en territorios del Parque Nacional Lauca, y en zonas no protegidas entre los 2.500 y los 4.200 metros de altitud. Esto implica sitios aledaños a poblados precordilleranos tales como Putre, Socoroma, Zapahuira, Murmuntani, Chapiquiña pueblo y Central Chapiquiña, Belén, Pachama, Lupica y Saxamar, además del sitio prioritario de conservación de la precordillera de Ticnamar.
Además de los registros directos de la especie, el monitoreo rescata la presencia de huellas, fecas y restos de cornamentas, ya que como se sabe, la taruca macho bota sus astas, refregándose contra árboles o arbustos, cuando éstas han alcanzado su crecimiento máximo, y vuelven a desarrollarlas.
Los meses de julio y agosto son su época de apareamiento, lo que podría explicar las cifras de este último recuento, aunque también es posible que el menor movimiento en la zona, a raíz de las restricciones por la cuarentena, haya influido en el resultado.