- Encargado de atención de la OIRS deja innumerables historias de su trayectoria institucional.
La CONAF despidió esta semana a uno de sus más queridos funcionarios. Nos referimos a Andrés Jiménez Subieta, el rostro público de la Corporación en la región de Arica y Parinacota, quien ha sido el encargado de atención de público de la OIRS (Oficina de Informaciones, Reclamos y Sugerencias) desde hace casi dos décadas, y trabajador de CONAF por más de 40 años.
Fue a través de su tío Natalio Zubieta, quien estaba a cargo de un vivero de CONAF en Ticnamar, que Andrés se enteró que en CONAF buscaban a alguien para que hiciera el aseo de la oficina. Corría el año 1973 y Andrés recién tenía 17 años.
Desde esa labor comenzó a hacerse cargo del estacionamiento de los vehículos, aprendió a manejar y fue propuesto para ser el conductor para los viajes al interior, que en ese momento incluían al Parque Nacional Volcán Isluga y toda la actual región de Tarapacá.
De ahí no se detuvo más y comenzó a conocer el territorio como la palma de su mano. Viajaba todas las semanas, ya sea con directivos y profesionales que venían de otras regiones, al igual que con los investigadores de la Universidad de Tarapacá, con la cual CONAF mantenía una colaboración constante.
Con investigadores
“Conocí mucha gente entre los investigadores, tales como Luis Briones, Calogero Santoro o Eliana Belmonte, quien viajaba con sus estudiantes y hoy algunos son eminencias en investigación”, cuenta Andrés. Antes se viajaba por el camino a Alcérreca que era infernal, subíamos por el km 10 de Lluta, ahora en cambio se va por otras rutas.
“Trabajé mucho con el biólogo e investigador Luis Faúndez, y como no me gustaba estar sentado sin hacer nada, me incorporaba y ayudaba en terreno en sus trabajos botánicos. Cuando él dictaba cursos sobre la flora local para los guardaparques yo también participaba, hacía mis herbarios y me ponían nota con certificado de participación”.
Su habilidad en recorrer y conocer senderos y lugares alejados comenzó en su adolescencia, cuando su padre extraía guano en Anzota y Camaraca. Este conocimiento lo hizo experto en los caminos y senderos rurales y al recorrer una y otra vez el altiplano se transformó naturalmente en la persona que informaba a los turistas sobre el estado de los caminos y senderos en las áreas silvestres protegidas o las condiciones del tiempo.
Fue también encargado del área de las telecomunicaciones (Atel), ya que hasta hace unos años la radio HF era el único medio para comunicarse con las guarderías. Incontables fueron los mensajes transmitidos a los guardaparques de parte de sus familias, ya que en la época trabajan en turnos de 25 días. Igualmente las transmisiones servían para emergencias como ocurrió en el caso del accidente de Pacollo con las estudiantes de Santiago y la radio de CONAF fue nexo para dar la ubicación del siniestro a la Intendencia.
De los primeros años en terreno también recuerda que “fue una época en que se contaba con mucho apoyo de los profesores rurales, incluso se llegaba a alojar a algunas escuelas”.
OIRS
Toda esa trayectoria, experiencias y conocimientos de terreno fueron el preámbulo para que fuera la persona idónea para asumir la Oficina de Informaciones, Reclamos y Sugerencias, OIRS, cuando el sistema se implementó en los servicios públicos.
“Recibí una serie de capacitaciones que fueron de mucha ayuda, en especial en el trato con las personas o las situaciones conflictivas, y lo más importante, me permitió ayudar a la gente del interior, ponerme en el lugar de ellos y dar la mejor atención posible. Por supuesto me ayudó a este propósito el haber conocido tantos lugares y las familias de cada sector. Luego al atender a alguien en la OIRS y al decirles ¿se acuerda de mí? Se producía una relación de confianza.
“Y respecto de la atención a los turistas, tuve que aprender de los guardaparques, pero los visitantes extranjeros casi siempre saben algo de español. Igual usábamos señas o palabras claves: por ejemplo, clic-clic para hablar de lugar para fotografiar o nos apoyamos en la folletería. Y por supuesto en otros casos se cuenta con compañeros que saben inglés y vienen a apoyar la atención.
“El trabajo en la OIRS te enseña cómo ayudar a la gente. Y como también soy parcelero en Azapa, sé cuál es la realidad por lo que me interesa ayudar, explicar, orientar”. Muchos fueron los estudiantes también que llegaron a pedir libros del centro de documentación a su cargo, y tuvieron su guía y orientación.
Hoy siente que tiene su misión cumplida. Ya que junto a su esposa Lidia Mamani dieron educación a dos hijos, Pablo, tecnólogo médico y Andrés, profesor de Historia y tienen ya un nieto. Valora asimismo lo aprendido sobre conservación y está atento en su parcela a la presencia de picaflores, zorros o la floración de los tillandsiales o claveles del aire de la zona.
Una de sus últimas labores fue apoyar la atención del Sistema de Asistencia de Quemas, porque nunca dejó de aprender. Y como todo ha sido virtual los últimos dos años, tiene decenas de contactos en su WhatsApp, a los que le avisó que él ya no seguirá atendiendo. Seguro le echarán de menos, al igual que todos sus compañeros, los que se reunían a su entorno a escucharle las innumerables historias de sus recorridos, sus enseñanzas y consejos.